27.7.17

Cuando salta el talibán ante Franco

Rabió con Franco el tuiter estos días en respuesta al tuit de un señor que relata la anécdota en su propio blog. Este señor es profesor y arqueólogo de la Universidad Complutense de Madrid, y cuenta que hallándose de visita en el Valle de los Caídos (como guía de un grupo de estudiantes norteamericanos), monumento ubicado a unos 30 kilómetros de Madrid, observó cómo un señor de entre sesenta a setenta años depositaba un ramo de flores sobre la tumba del dictador Francisco Franco y realizaba un saludo fascista.

¿Qué hizo el profesor y arqueólogo D. Alfredo González-Ruibal? Pues vió, juzgó y sentenció el acto en el ipso facto, y se lanzó a retirar el ramo de flores a toda 'priesa'.

Ante este incidente el profesor y arqueólogo fue invitado a mantener el orden por una empleada del recinto que andaba por allí. Discutió el profesor y porfió con la empleada, pero la empleada y un guarda jurado conminaron al profesor y arqueólogo a abandonar el Valle de los Caídos.

Otra victoria para el Caudillo muerto, digo; y explico porqué.


El profesor y arqueólogo en lugar de tomarse la justicia por su mano, debió acudir al responsable del recinto y exponer debidamente y en papel autorizado, aunque fuera un humilde libro de reclamaciones, los motivos de su comportamiento repentino e irresponsable, para que persona competente actuara sobre lo acontecido en ese día.

Ante esta reclamación formal los responsables del recinto deben dar una respuesta definitiva pro o contra los homenajes de particulares al fenecido "Caudillo".

El profesor y arqueólogo toparíase con una respuesta afirmativa a sus requerimientos; o negativa. En este último caso, por esa ética que le conmovió debe el profesor aducir los artículos legales o éticos que deberían prevalecer para evitar actos de exaltación al Caudillo muerto. Esta vía más pronto que tarde llevaría a una solución definitiva y para siempre con la probable prohibición de homenajes a Franco en Cuelgamuros.

Aquellos que acudían a depositar flores, etc.,  deberán encontrar otro lugar. Asunto concluido, y gran victoria para el profesor ¿no? Pues no, ¡quiá! Hay un gran pero.

Pero, en conclusión, el profesor optó por romper el orden dentro del recinto en lugar de seguir cualquier procedimiento eficaz para terminar con exaltaciones fascistas. En consecuencia, todo sigue igual y cualquier partidario fascista puede acudir abiertamente a Cuelgamuros a rendir homenaje al allí enterrado. En cuanto a defensa real, efectiva, eficaz de la Memoria Histórica ¿qué hubo? Nada.

Nada. ¿Quién ganó? Primero el muerto, el "Caudillo" y su admirador. Y luego el profesor y arqueólogo, porque con su actitud ayudó a mantener vivos los homenajes al extinto.

Talib significa estudiante en árabe; talibán, es el plural. Nuestro profesor y arqueólogo dejó obrar al talibán que lleva dentro, un talibán estudiado y un punto malvado, en lugar de comportarse como una persona responsable. Uno puede usar la fuerza para impedir una agresión, por ejemplo, y de manera proporcionada detener esa agresión. Pero ni un profesor, aunque sea arqueólogo, ni un policía debe hacer uso excesivo de la fuerza para repeler una agresión. En este caso que no hubo agresión, debió dirigirse a la autoridad competente, como ya he dicho, a fin de evitar que se vuelvan a repetir los hechos.

El talibán, estudiado y malvado, sabe que mientras el fenecido Caudillo siga en Cuelgamuros le corresponde un beneficio colateral marcándose números anti-Franco ¡pero sin acabar con el chollo! Por consiguiente, 40 años después de muerto a nuestros talibanes les conviene -¿no lo creen ustedes así?- mantener 'vivito y coleando' el recuerdo del fascismo para mantenerse con esta otra pata en el machito y sin, y esto es muy importante, someter sus ideas a la prueba del algodón, a la prueba de la realidad.