Una de las obras cumbres de la izquierda, y hablamos de la izquierda europea, fue "El derecho a la pereza" escrita por un pariente de Karl Max, cuya vida fue peculiar, la del pariente, llamado Paul Lafargue.
Esta obra ha resultado ser una de las más influyentes, a la postre; y al mismo tiempo, nótese la paradoja, desconocida.
El derecho al trabajo de Karl Marx tropezó enseguida con el mandamiento cristiano del Antiguo Testamento: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente." Y la cuña silenciosa fue, sobre todo en países del sur (donde es aún más desconocida) la obrita El derecho a la pereza.
En Andalucía, por razones propias, climáticas, culturales, y a saber qué otras, "er trabaho mata" y ha crecido a lo largo de los siglos un sanbenito que cuelga de la espalda -y de la frente- de los andaluces: son vagos.
Aquel marxismo (El derecho al trabajo), que luego "acuñó"(es decir, pasó por la cuña) el derecho a la pereza, ha alcanzado en la Andalucía de los últimos años una cota superior difícil de imaginar en países del norte, donde la izquierda es trabajadora, y exigente.
Y la guinda que corona el pastel ha sido divertir dinero de manera ilegal hacia una fábrica de chorizos para, desde la chacinera, desviar aquellos dineros líquidos hacia los esponjosos bolsillos de una izquierda española que no consigue emular a sus compañeros de la izquierda en Alemania o Francia; por no mencionar Suecia o Dinamarca.
El #derechoAlchorizo es quizá la aportación intelectual más relevante de la izquierda de las provincias andaluzas a la corriente progresista europea.
Por consiguiente, hacemos hashtag, manque pierda fologüere' #derechoAlchorizo.
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