El Ministerio del Interior está resuelto a reducir a menos de la mitad el número de escoltas activos en el País Vasco en los próximos días. Esta medida es consecuencia de la derrota policial de los terroristas de ETA y de los diversos comunicados de lo que queda de la banda terrorista anunciando el fin de su actividad de terror.
En principio es una medida que se debe acometer... si hay garantías de que no habrá atentados. En cuanto al destino de estos profesionales, ofrecerles la posibilidad de continuar su labor en la vigilancia de cárceles me parece una opción equivocada.
Si el Sr. Ministro considera finiquitada la labor de los escoltas, debe reconsiderar todos los factores. El Ministro dispondrá de datos concluyentes para optar por una medida tan extrema en cuanto a la capacidad etarra de atentar con explosivos o con tiros en la nuca.
Sin embargo, el terrorismo va mucho más allá del tiro en la nuca, la bomba lapa y la kale borroka.
Existe un terrorismo que se ha dado en llamar "de baja intensidad" que consiste en acosar de manera silenciosa y permanente a la ciudadanía que no acepta las tesis nacionalistas: boicot en la calle, acoso en los colegios, imposibilidad de llevar una vida social normal: no pueden acudir a un partido de fútbol de la selección española en el país vasco porque los etarras "no aprueban" que la selección campeona del mundo dispute encuentros en Bilbao o San Sebastián.
No pueden acudir con normalidad a ver la Vuelta a España por la misma razón: los etarras se consideran dueños del territorio y eligen quién puede y quién no puede disponer del derecho de utilizar las carreteras en competiciones deportivas. Este terrorismo de baja intensidad, esta presión permanente sigue día a día en pie: el caso del etarra cristalero que decidió abrir su negocio justo debajo de la vivienda de la viuda de uno de las personas a las que asesinó. Las pintadas en las calles amenazadoras; la imposibilidad de desarrollar una tarea normal en el ayuntamiento por parte de concejales de otros partidos... todo esto sigue siendo terrorismo.
El Señor Ministro del Interior debería dedicar a los escoltas que ahora quiere despedir a tareas de vigilancia y comprobación de que este "terrorismo de baja intensidad" desaparece definitivamente de las calles del país vasco.
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