15.1.16

Del 'Rodillo' al búnker de Podemos


Pablo Iglesias, el líder de Podemos, ha acusado a los tres partidos mayoritarios en el Congreso de los Diputados de ser el búnker. ¡Ea, Ea, Ea, el búnker se cabrea! ¿Qué es el búnker? ¿De dónde viene? 

El diccionario nos dice que la palabra llega del inglés, donde se usa para señalar la carbonera de un barco. En castellano reciente, la palabra significa, además de fortín, grupo resistente a cualquier cambio político. Esta última acepción deriva de aquel grito político del párrafo anterior: ¡Ea, Ea, Ea, el búnker se cabrea!

Este eslogan corresponde a la época de la transición política, cuando las reformas políticas para pasar de la ley franquista a la ley democrática caminaban para unos a paso de tortuga; para otros a velocidad mareante; para otros, en el lado opuesto, no había tal paso de una a otra legitimidad porque ciertos sectores "inmovilistas" impedían cualquier tipo de avance o modificación.

La expresión parece que vuelve, y tendrá éxito, vaticino. No ha caído sobre un pedregal, sino sobre terreno abonado. Y este terreno ha sido preparado para la siembra por la pereza mental de unos, las pocas ganas de activar el pensamiento político de otros, y la estulticia (necedad, tontería) de muchos.

Y aquí aparece una de las expresiones más torpes de la clase política -de cierta clase política- para definir a un grupo con mayoría absoluta: "el rodillo" que tan hábilmente ha intercambiado Pablo Iglesias por "búnker".

Porque señores y señoras periodistas, si un grupo político recibe el voto de una amplia mayoría de españoles, ¿por qué despreciar esta voluntad política mayoritaria con palabras que ofenden (rodillo)? 

Porque, señorías del Congreso y del Senado ¿por qué insultar a los votantes que en una elección se inclinan por otro partido de forma mayoritaria? 

Y la expresión "el Gobierno ha aplicado el rodillo" ha preparado el terreno para que otros "vendimien" los supuestos resultados de quienes habían trabajado esta parcela de la opinión pública al acusar al "rodillo Popular" de todas las penalidades de la crisis. 

Y llegó Pablo Iglesias de Podemos y definió a todos como "el búnker" porque no le dan el control de los órganos de Gobierno. Y para muchos poco entrenados en las finezas del lenguaje político, la definición "búnker" arraigará.

Lo malo de la expresión es que haya perdido su sentido original; lo peor, es que vuelve para ocupar un espacio a modo de insulto y a utilizarse en el lenguaje político. Y aún hay más: pésimo. 

Los políticos recurrirán a esta voz importada -búnker o búnquer-, que definía un tiempo pasado, para animar sus debates y mitines con otra voz ajena a la democracia (como tachar de rodillo a una mayoría de votantes) en un Parlamento con jornadas en las que se transformará en un plató de televisión. 

El búnquer no dejará que la calle entre en el Congreso, en las instituciones. El búnker no permitirá a algunos líderes socialistas impulsar las medidas que exige el pueblo. El búnquer, en fin, sustituirá a la otra palabra "rodillo" para definir el nuevo marco mental de la política que incorpora en sede oficial el grupo político Podemos.

Y el castellano es muy rico y variable, digámoslo. Y además de malo, peor, y pésimo como grados del adjetivo, aún admite uno más: podrido. El cual podemos crear de modo oficial en este blog: El cuarto grado de compración: malo, peor, pésimo, y podrido.

Malo, peor, pésimo y podrido. En un ambiente tal, donde el significado de las palabras muta a conveniencia y se transforma en insulto y "ocupa" territorios sembrados con cizaña -desprecio a los votantes- no extrañe que degrade su significado un escalón más abajo, y en compañía de lo malo, lo peor y lo pésimo, nos llegue después lo "podrido" con intoxicaciones en la opinión política del público, y del votante. Porque esas intoxicaciones provocarán emanaciones de gases tóxicos que se expandirán, alimentados por su propia inercia: ¡ea, ea, ea, el búnquer se cabrea!

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