10.10.12

Barruntar dictadores


Prever, conjeturar o presentir por alguna señal... así define la Rae el verbo barruntar. En este caso, barruntamos lo que hará el gobierno comunista del dictador Castro; prevemos la respuesta en la península ibérica de la izquierda habitual, presentimos cómo acabará el asunto.

Cuba ha estado en los medios con el caso Carromero. Correa ha sido durante unos días líder mundial en horas de televisión. Incluso en España, Sánchez Gordillo ha organizado sus "bolos" para actuar en bancos, supermercados y plazas y salir por la televisión. ¿Por qué?

Si hay algo con lo que un comunista disfruta es con salir en la televisión. Es un placer destinado en exclusiva a los jefes, y la jerarquía es implacable en esto. Castro o Chávez, como Morales o Correa, en América del Sur; y en España el gozo de Anguita, el gusto de Carrillo, el regusto de Cayo Lara o Llamazares son ejemplos vivos de la fatídica atracción de la aristocracia comunista por salir en la televisión. Sánchez Gordillo, comunista y alcalde de un pueblo de menos de 3.000 habitantes tiene su propia televisión, si bajamos en el escalafón

Volvamos nuestros pasos al pasado 22 julio. Fecha fatídica para la historia de Cuba, pues aquel día falleció en accidente de tráfico el líder rebelde Oswaldo Payá. En el mismo accidente falleció Harold Cepero, demócrata cubano, y disidente, como no puede ser de otra manera.

El conductor del vehículo accidentado fue el joven español Ángel Carromero, quien viajó a la isla como turista en compañía del joven sueco Aron Modig. Modig es miembro de la Liga Juvenil Democristiana (KDA) y Carromero de Nuevas Generaciones.

Según la versión oficial de la dictadura cubana, las causas del accidente fue el exceso de velocidad del conductor en un tramo en mal estado. La dictadura cubana añadió enseguida que todo estaba perfectamente señalizado -el mal estado de la vía, y las obras en la misma-.

La versión oficial fue rápidamente difundida por algunos periódicos españoles, que no indagaron ni la versión de los demócratas cubanos ni ninguna otra: se agarraron a las palabras de la dictadura al pie de la letra, y creyeron a machamartillo en la versión de los medios del dictador.

Desde el primer momento el joven español quedó detenido e incomunicado, sin abogado, y sin contacto alguno con el exterior. Modig -el joven sueco-quedó en libertad y regresó a Suecia, con lo que "escapó" de la acusación de ayudar a los demócratas -que si pesaría luego sobre el español Carromero-. 

Unas semanas después la judicatura de la dictadura presentó cargos contra Ángel Carromero por la muerte de dos personas en accidente de tráfico. Tanto la familia de Oswaldo Payá como de Harold Cepero rechazaron actuar en connivencia con la dictadura en el juicio que se barruntaba.

Mientras tanto, en España, la izquierda había encontrado una noticia sensacional para el verano: Carromero como conductor era un caso para la Dirección General de Tráfico. 

Además de varias multas por exceso de velocidad, acumulaba otra sanciones, por las que se le podría incluso retirar el carnét de conducir. Con todo, en el momento del accidente, el permiso de circulación era válido, aunque circulase realizando actividades "subversivas" contra la dictadura. Además la izquierda tuvo acceso a algunos datos sobre la declaración a Hacienda de Carromero. En esos días, la prensa informó de la retirada del carnet, cosa que efectuó un funcionario de Tráfico habilitado al efecto. 

La noticia coincidió también con la advertencia del Ministerio de Asuntos Exteriores a los cooperantes españoles. España había pagado un suculento rescate a un grupo terrorista y las arcas españolas corrían el riesgo de convertirse en una fuente de ingresos para grupos terroristas especializados en el secuestro de occidentales.

Así está la situación a 17 de agosto. El juicio quedó fijado para el 31 de agosto el mismo día en que se produjo el terremoto informativo Correa-Reino Unido. Con estos datos, y los antecedentes de los dicatadores barruntamos la conclusión.

El joven Ángel Carromero será condenado a una pena elevada -quizá la máxima por participar en actividades de apoyo a los demócratas-; esta sentencia le llevará a la cárcel.

Los dictadores, Franco o Castro o Pinochet, se manejan con soltura en el tema. En la cárcel el joven español será más un problema que una solución: de momento se convertirá en un símbolo (para la disidencia y para los españoles) a pesar de sus habilidades al volante como émulo de Fernando Alonso. 

En la cárcel será un problema -grave- para el dictador: actuaría como antena permanente al exterior para denunciar la brutalidad carcelaria de la dictadura. Barrunto primero.

El barrunto segunto tiene relación con el "unto" con el dinero. Vista la proyección internacional lograda: horas de televisión en las que el régimen cubano controla cada dato, y con el inestimable apoyo de la izquierda española como antena desde Europa para blanquear las actividades del dicator, los hermanos Castro pasan al siguiente capítulo, el dinero, el rescate.

Las autoridades cubanas para deshacerse de un informante en una de sus cárceles confeccionarán una factura con absolutamente todo lo que puedan meter en la misma: gastos de repacación al gobierno, al propietario del vehículo, al hospital, al régimen carcelario, a los supuestos jueces, incluso añadirán indemnizaciones a los familiares de los muertos -quienes no verían ni un peso, pues les será confiscado con cualquier excusa- y con esa suma redondeada bien a lo alto, el dictador cubano ofrecerá el canje: el preso por el dinero.

En España, los izquierdistas clamarán al cielo, y exigirán que no se pague; que cumpla la pena. El gobierno terminará por abonar el rescate a la dictadura y el joven Carromero regresará a España donde tendrá que responder de ciertas multas de tráfico, pérdida del carné, y otros asuntos.

Jugada maestra para la dictadura, y carcajadas gloriosas para la izquierda española. Por cierto, ningún personaje comunista ha mostrado el menor signo de humanidad por la muerte de un luchador demócrata como Oswaldo Payá

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