6.8.13

Una sobre alimentación ¿Serías capaz de comer huevos de pato fertilizados?


La evolución a la mesa a lo largo de generaciones y en los distintos países, y generaciones, suele ser la siguiente: Una generación -los abuelos- comen para sobrevivir. Los abuelos reservan comida porque de lo contrario, pasarían hambre. Los abuelos vivían en primer lugar para el estómago, para sobrevivir. 

Incluso muchos abuelos ni siquiera llegaron a disponer del lujo de unos frutos secos en la reserva, y consumían los alimentos según los obtenían: hoy hubo dos comidas, pero al día siguiente no sabían qué ni cuánto iban a llevarse algo a la boca. 

La siguiente generación son los padres. Los padres pueden acumular reservas, pueden elaborar productos duraderos, y, suponer razonablemente, que podrán mantener una reserva u obtener alimentos o recursos suficientes para sustentar a su familia durante todo el año. 

Esta segunda generación sabe qué comerá al día siguiente, y sabe también que serán tres ingestas de alimentos para ellos y sus hijos: desayuno, comida y cena. Luego están los hijos. 

Los hijos que son los nietos con respecto de los abuelos de este relato, (abuelos cuyos empleos eran de supervivencia, cuando tenían un empleo). Éstos tienen una formación, son técnicos. 

Si los abuelos tuvieron acceso a los rudimentos de la escritura y la aritmética -sumar, restar- los nietos han conseguido una formación técnica básica que les permite aspirar a nuevos oficios que suponen una fuente de ingresos regular y superior a la de sus padres. 

Son los nietos de aquellos abuelos que vivían para conseguir alimentos los que han alcanzado un nuevo "status." 

Algunos de estos nietos siguen viviendo para el estómago: ahora el libro de recetas se ha quedado pequeño, y es obligatorio acudir al restaurante. Y el restaurante debe ser más exótico cada vez, sus platos diferentes, y más extraños. Y la preparación, exótica, extraña. 

¿Ha cambiado el paladar? No, han cambiado las costumbres. Los nietos forman dos grupos. 

Uno vive para comer. Otro vive para acumular riqueza o destrezas técnicas: hacen viajes, son coleccionistas de coches, o preparan a sus propios hijos -los biznietos de nuestro primer personaje- para ingresar en universidades importantes. 

Una sociedad ociosa, despreocupada, desenfadada, vive para el estómago. Una parte importante de la sociedad española vive para el estómago: frecuencia de restaurantes raros, o de países lejanos; inclinación hacia platos inverosímiles. Cocineros multimillonarios. Programas de televisión dedicados al culto al estómago. Y así. 

Una sociedad laboriosa preocupada por su futuro, tiene prioridades distintas a la satisfacción de los caprichos del estómago. Este órgano solo es una pieza más encargada de suministrar calorías para realizar otro tipo de actividades, principalmente intelectuales, o físicas. 

La mayoría de los abuelos / bisabuelos de la generación que ahora toma el mando en España -los que superan los 50 años- la mayoría de aquellos abuelos guardan memoria del hambre, suya propia o de sus padres y abuelos, nuestros antepasados: hambre constante, anual, repetida. Carencias alimentarias durante generaciones. 

Los abuelos alimentaron a sus hijos con algo de holgura, pero muy poca y absolutamente sin lujos. Estos hijos -los padres de la generación que hoy anda en los 50 años- pudieron permitirse reservas, luego llegó la despensa, más tarde, el frigorífico junto con el coche. 

Sus hijos, los que hoy -decíamos- tienen 50 años, pudieron crecer permitiéndose algún lujo, platos que los abuelos solo veían en las bodas o una vez en la vida -o ni eso- los nietos los tenían para marcar las festividades regulares, en veranos, navidad o semana santa. Hoy, con esta generación de 50 años que asume el mando, que llegó cuando para los abuelos vivían en la opulencia, esta generación tiene dos prioridades: el estómago, y el cerebro. 

En España, ¿cuál es la prioridad? ¿El triunfo del estómago? ¿El triunfo de la vida intelectual, profesional? La televisión, aunque parezca paradójico, dicta sentencia igualando a ricos y pobres.

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