12.9.13

Parte, y vuelve. E. Aguirre presenta un nuevo credo.

Esperanza Aguirre ha salido a la palestra con otro artículo de su serie repasando su abecedario ideológico al hilo de la situación política. En esta ocasión propone elección directa de candidatos por votos de los militantes, en detrimento de la selección de candidatos "de arriba abajo" que es secular dentro de los partidos.

En principio, Aguirre reclama una mayor implicación de las bases en la elección de los cargos en cada escalafón, y que los cargos así nombrados sean, luego, elegidos por los ciudadanos en circunscripciones concretas y personales.

En principio la música suena bien; la letra también. Que los militantes o simpatizantes sean quienes manejen el ascensor en política, y que su decisión sea luego ratificada o no en las urnas por los votantes, a todo el mundo le puede parecer correcto.

Sin embargo, el problema de fondo es otro. La clase política en España extrae recursos dinerarios para uso propio a escala masiva. La administración "política" del estado, la comunidad autónoma, la provincia o el municipio ha tejido una red de empresas y organismos remachados con cargos de libre designación y con una remuneración muy por encima de lo que corresponde al cargo.

Desde el pequeño ayuntamiento, las empresas que atienden varios municipios; las correspondientes a la diputación provincial, las empresas, organismos e institutos creados a su vez por las comunidades autónomas y replicados también por la administración estatal han creado una casta política que se protege a sí misma sin ningún pudor. Incluso con indultos desde el ministerio de Justicia cuando algunos políticos caen en penas de cárcel porque han sido pillados con las manos en la masa.

Esta corrupción frena el desarrollo económico; emponzoña la competencia empresarial, y este veneno termina por afectar al conjunto de la sociedad. Este es el verdadero problema que atenaza el desarrollo económico y la calidad democrática: una casta política que extrae recursos de manera legal o "paralegal" creando empresas reales para actividades "ficticias" con cargos y puestos de libre designación "reales" con suelos desorbitados.

Esperanza Aguirre obiva este problema. Al contrario: lanza una llamada al trabajo de los militantes para... que todo siga igual: habrá reparto de cargos, prebendas, chollos y mamandurrias. Igual que los generales mexicanos prometían "repartir tierras" a viva voz, Esperanza Aguirre -sin decirlo- deja entender que "la cosa pública" seguirá igual.

Si en verdad apuntase al corazón del problema, la Sra. Aguirre habría realizado una limpieza a fondo de la muy contaminada "clase política" la llamada "nueva clase" o los "recientes señoritos". No lo hizo en sus años de gobierno. 

En la Comunidad de Madrid dejó las cosas como estaban: convirtió la administración autónoma en una inmensa colmena de la que sólo "los elegidos" por los elegidos, se llevaban la miel, mientras, al ciudadano, a los trabajadores, autónomos y empresas no les queda sino trabajar, pagar impuestos y, acaso, alguna cucharada de miel para suavizar masivas extracciones de recursos para el zángano "el señorito" "la nueva clase".

¿Cuál de estas dos opciones prepara la Sra. Aguirre? La primera, rodearse de una base de votantes para un futuro congreso. La segunda, anunciar un "nuevo reparto" entre la militancia, ansiosa, por otra parte, por ascender en la escala política. Hagan sus apuestas.

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