22.11.13

El que gana la guerra, pierde la paz

El que gana la guerra, pierde la paz. Si ganas la guerra, pierdes la paz. Este es un principio muy largo de explicar, pero que a lo largo de la historia se ha demostrado cierto. 

Tomemos como ejemplo dos países arrasados en la II GM, caso de Alemania y Japón. Si en 1945 acabaron literalmente en ruina, en 1975 ambos países estaban entre los más desarrollados del planeta. 

En el caso de Yugoslavia, teórico vencedor en las guerras balcánicas de los noventa, esta república está rezagada ante Eslovenia; Bosnia Herzegovina, Croacia o Montenegro. 

Otro ejemplo de nación que ganó la guerra y perdió la paz fue Gran Bretaña, o Francia, ambos fueron despojados de su imperio, el primero; y las colonias el segundo pocos años después de terminar la Segunda Guerra Mundial como vencedores. 

En la Guerra Civil española hubo dos frentes -otros consideran que hubo una "tercera España- de los cuales uno resultó vencedor, y el otro, derrotado. Ganó la guerra el fascismo; perdió la paz todo aquello que se asocia con el fascismo o franquismo.

El franquismo ganó la guerra y, por ejemplo, entre los dogmas, victoriosos incluyó el "nacionalismo español". Era aquel un nacionalismo al servicio de la causa: autoritario, jerárquico, tradicional, sometido a Franco. Nacionalismo y patriotismo iban en el mismo frasco.

A este nacionalismo franquista, desde sus orígenes, el paso del tiempo y otras influencias le incrustaron el orgullo de ser español. 

En consecuencia, aplicando el viejo lema, si ganas la guerra pierdes la paz, uno de los grandes perdedores en la paz, ha sido el patriotismo despojado de su tegumento franquista. El nacionalismo de siglos de cultura, incluyendo el orgullo de ser español está mal visto, "perseguido." Igual que el orgullo de ser español, compartir el sentimiento nacional, o expresar algún rasgo de patriotismo.

El "nacionalismo" español, la bandera de España y otros símbolos, incluso están considerados por las élites políticas de izquierda como herencia directa del franquismo y, por tanto, rechazable.

Incluso las celebraciones deportivas como campeonatos del mundo de fútbol, baloncesto, etcétera, cargan con la "herencia" de aquella asociación nacionalismo = franquismo. Y no pocos líderes políticos rehúsan celebrar esos eventos. 

Hay ciudades donde se prohíbe directamente -como Barcelona- y en otros lugares se hacen gestos de "disparar" a quienes se atreven a mostrar su alegría con banderas por un triunfo en fútbol. 

Por el contrario, los "nacionalismos opuestos"  como catalán o vasco -incluso vascos, los de la rendición de Santoña- corren detrás de los deportistas que izan en sus victorias sus banderas locales. Y persiguen a quienes muestran señales de "orgullo español."

Si ganas la guerra, pierdes la paz

El franquismo ganó la guerra contra el gobierno legítimo de la república. La República, ante el empuje militar de parte del ejército sublevado, terminó, de derrota en derrota, como un conglomerado de fuerzas varias (el ejército republicano más las milicias anarquistas, comunistas, regionalistas, etc.) Este aglomerado acabó controlado por el que ponía las armas y el dinero, un trío formado por radicales, comunistas y la Unión Soviética.

El paso del tiempo y la guerra fría junto con errores propios, hicieron de la milicia en España una actividad sospechosa, tanto por sus profesionales como por los ciudadanos que valoraban la dignidad de la vida militar, tanto por tradición histórica, como por su importancia en la vida diaria de las naciones.

Hoy para recuperar el valor de la milicia no se recurre a la larga tradición española, sino que son las misiones en el exterior como cascos azules y fuerzas de interposición entre partes en conflicto, las que avalan como "democráticas" a nuestras fuerzas armadas.

Otro ejemplo, este de la milicia, contaminada por el franquismo, y que sufre la vieja maldición "si ganas la guerra, pierdes la paz."

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