13.12.14

El pequeño Nicolás, y parte de lo que hay detrás

Cuentan que José Manuel Lara, editor, comenzó su actividad en Barcelona, después de la guerra civil, donde se licenció con el grado de capitán de la legión, dedicándose a intermediar en la compra-venta de objetos de segunda mano. Tan pronto veía un cartel de alguien que vendía algo, lo memorizaba, o lo apuntaba y buscaba al comprador, y de su mediación sacaba su lógica comisión. El editor Lara fundó una empresa que al cabo se convirtió en una empresa internacional de grandísimo éxito.

Y en estas intermediaciones, pero a lo bestia, estamos en nuestros días deslumbrados con el pequeño Nicolás. Pero podemos mirar más allá.

El pequeño Nicolás, o Francisco Nicolás Gómez Iglesias como figura en su DNI, se ha dedicado a intermediar por todo lo alto sin haber logrado pasar de primero en la universidad. Lo suyo ha sido un fulgurante ascenso y una meteórica caída. 

Dicen que es un problema psicológico, que el muchacho elabora relatos de fantasía a partir de una fotografía y unos pocos más datos de apoyo. ¿Cuántos no conocemos que han ascendido con menos? ¿Cuántos puestos importantes los copan incompetentes que se apoyan entre ellos?

Lo cierto es que al Sr. Gómez Iglesias, alias el Pequeño Nicolás, se le ha visto en fotografía con toda la gente importante, del rey, abajo. 

Saludos reales, fotografías con el ex-presidente Aznar, y con varios ex ministros; fotografías con los jefes de la patronal, con los jefes de los sindicatos, con la gente famosa... 

¡Amigo! Si no has salido en foto con el pequeño Nicolás, no eres nadie. Y ahí está de comisionista entre grandes empresas y, se supone, llevando su parte. Ente los muchos comisionistas que pululan la geografía de este país de países, exhibimos a uno, pero no podemos perder de vista el bosque.

El pequeño Nicolás es un reflejo de lo que sucede en este país de países: no necesitas formación, no necesitas trabajar duro, basta con estar en la pomada, con aparecer en el momento adecuado para dar la campanada, y llevarte la bolsa. Y así una, diez y ciento. Pero aún hay más.

No necesitas ser un gran actor: basta con estar bien relacionado. No necesitas ser pintor, escritor, etc., basta con estar cerca de donde los políticos -y otros poderosos- reparten su bendición y jugosa subvención por un cuadro, una película o, a veces, por el proyecto de una empresa.

Lo más grave que no nos deja ver el pequeño Nicolás, o que no quieren que veamos, es el reparto de centenares de cargos y puestos a otros centenares o miles de "pequeños Nicolás". Piensen ustedes en un partido como Podemos, en plena formación y que no tiene ni para el puesto de alcalde en Madrid, ni para el puesto de alcalde en humildes localidades donde ha recibido votos a miles.

Miles de pequeños Nicolás rondan Podemos para trincar su puesto. Y esto, señores, es lo que no quieren que veamos. Para evitar esta vergonzosa caza del cargo exhiben al pequeño Nicolás. Pero son miles los que pululan en torno a Podemos... porque el pícaro y el pequeño Nicolás "huelen el brillo del oro".

¿Se han preguntado ustedes cómo ficha Podemos? No olviden que estamos en el país del pequeño Nicolás, y háganse a la idea. Hagan sus apuestas.

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