15.6.13

El valor de una democracia

¿Cómo medir el valor de una democracia, de un país, de un gobierno? ¿Qué nivel mínimo es exigible al gobierno, al país, a la calidad de vida democrática?

¿Son estas dos medidas suficientes para evaluar la calidad de nuestra democracia?

La primera es perseguir los delitos de los poderosos. Desde Urdangarín hasta Messi. De Blesa, el presidente de Caja Madrid, hasta el último cargo público de la trama de los "eres" en Andalucía. Entre el sindicalista que falsifica su hoja de gastos, y el empresario que factura en negro. Todos ellos exigen la misma vara de medir.

Cuando un periódico minimiza, obvia o reduce la gravedad de una corrupción, ,mengua nuestra calidad democrática: ¡hay jornadas con una decena de noticias sobre corrupción! 

Los de ERC o CiU, por ejemplo, minimizan el caso Messi (que le puede costar más de 20 millones de euros de multa) o prefieren "olvidar" la corrupción entre sus filas.

Cuando La Razón justifica la no imputación de la infanta Cristina esposa del duque Urdangarín, y exige la imputación de la esposa del socio del Duque.

Cuando El País "esconde" el caso de los "eres" en Andalucía y ataca implacable la corrupción de otros partidos, como el caso Bárcenas.

Todo ello hace que la calidad democrática se resienta, y todo ello colabora para que los políticos se cisquen en sus obligaciones y en la ciudadanía.

La segunda: Cuando unos terroristas se pasean impunes y desafiantes ante sus víctimas, allegados de éstas o sus vecinos. Cuando unos partidos políticos exigen la "vuelta" de los terroristas a la calle. Cuando políticos, o miembros de la iglesia, desde curas de aldea hasta altos cargos eclesiásticos, se apuntan "al lenguaje" de los terroristas, es que la calidad de la democracia mengua. 

Es en estos casos cuando la ciudadanía debe mantener con mayor firmeza sus convicciones y exigencias. 

No es admisible que un deportista simpático se lo lleve crudo. Ni es admisible que un partido como CDC extorsione a sus ciudadanos, sean empresarios o periodistas, en medio de la comprensiòn de ERC por ambas actitudes... y estos de ERC no están solos. No están solos ni en Cataluña ni en el resto de España. 

La suerte de nuestra calidad democrática está en la calle. Es el ciudadano común el que debe mantener el nivel de exigencia.

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