3.6.13

Neymar emociona a la afición y a Cataluña

Mientras en Barcelona y en toda Cataluña tornan librerías en establecimientos de comida rápida y echan el telón -para siempre- cines y teatros, la llegada de un joven futbolista moviliza a 56.000 espectadores para ver "la presentación." Es el nuevo ídolo de los tiempos modernos: Neymar da Silva Santos Júnior, de 22 años.

Antes lo fue el chileno Sánchez; y antes, Villa; y antes, Cesc, y Piqué y otros más. Todos llegaron en loor de multidudes, todos dijeron haber cumplido un sueño, y todos mostraron con mayor o menor bravura signos de catalanidad. Cosa fácil para Piqué, nieto de un dirigente catalán de la época de Franco. Fácil para Cesc. Para Villa, a falta de catalanidad, buena es regionalidad, en su caso, asturiana, e hizo el canto de rigor.

También alabaron costumbres locales las nuevas figuras internacionales, Cruyff y luego Maradona y luego Schuster,  y Stoichkov: unos los calçots, otros las sardinas playeras, o el cava. Son las nuevas obligaciones de identidad que parecen pegadas a la camiseta.

Neymar, además de contarnos su sueño, ha subrayado varias veces dos elementos que, aventuro para el futuro, irán ganando peso. Primero, ha reiterado en diversas ocasiones quién, Messi, es el mejor jugador del fútbol; ha destacado esta afirmación diciendo que él, Neymar, llega al FC Barcelona con el objetivo de hacer más grande a Messi.

Y una cosa más, y de trascendencia. El joven valor brasileño, número uno en Brasil y futuro líder de la selección pentacampeona, ha hablado en catalán asegurando "hablo mejor catalán que castellano" y, remacha la frase, que esperaba mejorar el catalán en el futuro cercano. Messi -que no habla catalán- seguro que ha sentido una punzadita en su interior. Porque, esto es un desafío, o una fanfarronada. Si lo último, mal, pues se echará en cara su nulo compromiso "de país" al primer fallo en el campo de juego. Si lo afirma como reto, deberá sostener ese compromiso semana a semana. Es decir, su ídolo, su número uno, Messi, sentirá semana a semana una punzadita en su amor propio de monolingüe sin nociones mínimas de catalán.

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