Los muros, como nos enseñaron los muñecos Epi y Blas pueden estar cerca, o lejos: cerca es aquí, y lejos... allí. Esto quedó claro. También nos enseñaban que los muros pueden ser buenos o malos. Hábilmente, Epi y Blas nos enseñan que lo bueno siempre está cerca; lo malo, lejos o (para los más avispados) muy lejos. El muro que está cerca es bueno: por ejemplo, las murallas de Ceuta y Melilla, con sus tres niveles y su laberinto de sogas y redes interiores que caza a quien quiere cruzarlas. El muro malo está en Israel y estará en Estados Unidos.
Gracias Epi y Blas: la conciencia tranquila es algo que no tiene precio.
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