25.5.11

Traducción del Editorial de The Guardian: España mira al futuro con indignación

Líneas directrices, traducción, enlace y texto en inglés.
Zapatero pierde votos a derecha e izquierda

España tiene menos que censurar a Zapatero que a Alemania o la Eurozona.

Los indignados han ahogado a los socialistas y se enfrentan a tiempos más difíciles con la derecha en el poder.

Editorial:

España mira al futuro con indignación

La gente está desilusionada con los políticos y la política y llegan tiempos difíciles.

El vehículo llevaba rumbo de colisión a cámara lenta y muchos en el gobernante Partido Socialista lo vieron venir. Aunque sucedió a corta distancia, no hizo que el impacto fuera menos doloroso. El domingo, el voto socialista se derrumbó. Perdieron poder en la mayoría de las ciudades y casi todos los 17 gobiernos autónomos, su peor resultado en elecciones locales en tres décadas.

Con las elecciones generales en un horizonte menor de 10 meses, el partido enfrenta ahora la perspectiva de una hemorragia de votos tanto por la izquierda como por la derecha. Consistorios y gobiernos autónomos, que en conjunto administran la mitad del presupuesto y la mayor parte del estado de bienestar, estarán en manos de la derecha, el Partido Popular. Estos incrementarán el ritmo del recorte de gasto. Y por la izquierda también, los socialistas están siendo evitados por "los indignados", la joven generación de manifestantes que ha tomado posesión de plazas y parques por toda España.

¿Hasta dónde el primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero es responsable? Su primera encarnación fue keynesiana. Enfocado al récord de desempleo, puso a España en un rumbo que le habría permitido abrirse camino para superar los problemas. Luego llegó la contracción del crédito, y los mercados comenzaron a tratar a Alemania y España de manera muy diferente. Rodeado de lo mejor como consejeros -economistas como Jose Stiglitz y Paul Krugman- Zapatero anunció un programa de recorte gradual del gasto.

Pero ocurrió lo de Grecia, y luego sería Irlanda. Los economistas españoles pueden despreciar el acrónimo PIGS (Portugal, Italy, Greece and Spain) y su asociación con la periferia europea que implosiona. Pero la presión de la Canciller alemana, Angela Merkel, se incrementó y hasta el propio Barack Obama salió a la palestra. Zapatero hubo de ejecutar un giro de 180 grados en mayo del pasado año, con un recorte del sueldo de los funcionarios del 5% y de 6.000 millones en inversión. Lo demás es historia. Ha sido incapaz de persuadir a los españoles que un día amanecerá despejado. El país tiene menos que censurar a Zapatero que a Alemania o la Eurozona. Incapaz de devaluar su moneda, Zapatero cayó en la trampa. Pero no es así como lo vieron los votantes en España el domingo.

Crece el desencanto con la política en general -uno de cada 25 votantes malgastó su papeleta, aunque un 66% acudieron a las urnas. Después de ahogar a los socialistas, el movimiento de protesta de la Puerta del Sol y en docenas de otras ciudades se enfrentará a tiempos más difíciles con la derecha en el poder. Pero deben mantenerse en pie hasta presentar un conjunto coherente de demandas. El movimiento no deberá ser teledirigido ni ignorado. El hecho de que se está dando este debate en las plazas, y no en los parlamentos, muestra de manera clara qué distancia se ha abiero entre la política establecida y la vida del pueblo.

Zapatero pierde votos a derecha e izquierda

España tiene menos que censurar a Zapatero que a Alemania o la Eurozona.

Los indignados han ahogado a los socialistas y se enfrentan a tiempos más difíciles con la derecha en el poder.


Spain: Look forward in angerPeople are disillusioned with politics and politicians and there are hard times ahead

Editorial
The Guardian, Tuesday 24 May 2011 Article historyThis was a car crash in slow motion and many in Spain's ruling socialist party saw it coming. Their 20/20 vision didn't make the impact any less painful. On Sunday the socialist vote collapsed. They lost power in most cities and almost all of the 17 autonomous regions, their worst result in local elections in three decades.

With a general election looming in less than a year, the party now faces the prospect of haemorrhaging votes to both right and left. Town halls and regional governments, which jointly account for half of all spending and most of the welfare state, will be in the hands of the rightwing Popular party. They will increase the pace of the spending cuts. But to the left also, the socialists are being shunned by the "indignant ones", the youth generation of protesters who have taken possession of squares and parks throughout Spain.

How far is the prime minister, José Luís Rodríguez Zapatero, personally to blame? His first incarnation was Keynes-lite. Focused on the record unemployment, he set Spain on a course which would allow it to work its way out of trouble. Then came the credit crunch, and the markets started treating Germany and Spain very differently. With the great and the good to advise him – economists Joe Stiglitz and Paul Krugman – Zapatero announced a programme of gradual spending cuts.

But then Greece happened, and Ireland was to follow. Spanish economists may despise the trader's acronym PIGS (Portugal, Italy, Greece and Spain) and with it the association with Europe's imploding periphery. But the pressure from the German chancellor, Angela Merkel, grew until Barack Obama himself was on the line. Zapatero performed a spectacular U-turn in May last year, cutting civil service pay by 5% and €6bn of investments. The rest is history. He has been unable since to persuade Spain that a brighter day will dawn. The country probably has less to reproach its prime minister for than either Germany or the eurozone. Unable to devalue his currency, Zapatero was trapped. But that is not how voters saw it on Sunday.

Disenchantment with mainstream politics is growing – one in 25 voters spoiled their ballot papers, although 66% of an angry electorate turned out. Having drowned out the socialists, the protest movement of Puerta del Sol and dozens of other city squares will have a harder time with the right in power. But they should stay put until they produce a coherent set of demands. The movement should neither be co-opted nor ignored. The fact that such debate is happening in squares, rather than parliaments, only shows how wide the gap between established politics and people's lives has grown.

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