13.11.12

Dimitir por mentir una vez. El hombre blanco habla con lengua de serpiente


White man speaks with forked tongue

Quizá sea esta la maldición de los indios aborígenes de los Estados Unidos "el hombre blanco habla con lengua de serpiente" (forked tongue) o el cemento "natural" que ligó el puritanimo y el protestantismo como religión esta y costumbrismo aquel para formar el carácter de los Estados Unidos tan bien explicado por James Fenimore Cooper en lo que para nosotros son "novelas del oeste" y para los estadounidenses tienen el significado de El Quijote de Cervantes o las Sagas nórdicas.

Ha dimitido el todopoderoso general Petraeus, pacificador de Irak, entre otras hazañas. Y ha dimitido por mentir. Más en concreto, por mentir a su esposa. Y una vuelta de tuerca más: por engañar a su esposa sin que ella (quizá) lo supiera.

El hombre blanco no puede hablar con lengua de serpiente, si quiere perdurar en un puesto de responsabilidad.

Y esta vez ha caído un general, Petraeus, director de la CIA, víctima de una maldición aborigen que ató por los siglos puritanismo y protestantismo.

Nativos, James Fenimore Cooper, Patraeus, et alia

Este tipo de mentiras públicas en países sureños son aceptadas con normalidad progresista: aceptar los volubles caprichos del jefe -condottiero, caudillo, secretario general o presidente de gobierno o de república- cuya voluntad de hacer el bien (para lo que ha sido elegido) no puede verse afectada por prejuicios costumbristas de clase baja o media. 

En Europa, sobre todo al sur, vivimos aún bajo un cierto medievalismo del poder, cobíjese el mando bajo el ala conservadora o el ala izquierda: el político puede mentir al pueblo en su vida privada -que a nadie importa, arguyen.

En su vida pública, el jefe político, el condottiero, obra con justicia siempre, encaminado al bien común, desde la plataforma conquistada, derecha o izquierda política: desde el poder, la mística del poder. Presidente o vicepresidente, ministro o responsable de cualquier órgano de la administración: su vida pública, debe ser conocida; su vida privada, obviada. Aunque exista un importante tráfico de una a otra. Esto es el sur.

Esto en el país cuna de la democracia no es así. En el país donde más amplias son las libertades de los ciudadanos, existe una ley neutra, que se aplica a todo el mundo: el hombre público no debe hablar con lengua de serpiente.

El general mintió a su esposa -que probablemente desconocía los líos amorosos del marido- y por ello, el militar se hizo vulnerable para el enemigo; y se hizo vulnerable también para sus compañeros del alto mando. Estas vulnerabilidades podrían afectar su propia libertad en el ejercicio del mando. La libertad de Petraeus quedó averiada con una mentira.

Por eso un país funciona, y otros no. La mentira de Clinton le llevó al rollo de la plaza pública; como las mentiras de Nixon a la dimisión. Mentir es el paso previo para cometer tropelías mayores. Y para evitar males mayores, a la primera, dimisión. En Estados Unidos mentir tiene un precio. En algunos países de Europa, esa doble vida se considera un pago "en especias" al poder del bastón de mando. Una demostración del halo del jefe, sobre la tribu de seguidores.

El general Petraeus mintió; entonces, como posible víctima de una cadena de mentiras, y para evitar los riesgos de no cumplir su deber con profesionalidad e independencia la opinión pública de los estados unidos enarbola la moralidad como un tomahawk o arma de lanzamiento que desde lo más profundo de la pradera, hace unos siglos lanzaron los jefes indios para contener el avance de aventureros primero; ejército luego; y los políticos, al final. 

La mentira tiene las patas cortas, debería ser un principio legal con capacidad suficiente para destituir al mentiroso. White man speaks with forked tongue. La primera, es una frase válida, admitida para el hombre común; su hermana, la segunda, también enseñanza de los siglos, es frase válida, que se aplica al poderoso. Hay países que funcionan. Otros, no. He aquí una razón.

No comments: